Discurso de Pepe Mujica en Río
El discurso ya se está considerando
histórico, Mujica habló ante una audiencia de mandatarios que con desgano
escucharon las verdades brutales que les decía, recién a días del discurso, la
prensa internacional y el mundo comienzan a tener en cuenta que no fue un
simple discurso el que dijo el presidente uruguayo.
Autoridades presentes de todas la latitudes
y organismos, muchas gracias. Muchas gracias al pueblo de Brasil y a su Sra.
presidenta, Dilma Rousseff. Muchas gracias también, a la buena fe que han
manifestado todos los oradores que me precedieron. Expresamos la íntima
voluntad como gobernantes de apoyar todos los acuerdos que, esta, nuestra pobre
humanidad pueda suscribir.
Sin embargo, permítasenos hacer algunas preguntas
en voz alta.
Toda la tarde se ha hablado del desarrollo
sustentable. De sacar las inmensas masas de la pobreza. ¿Qué es lo que aletea
en nuestras cabezas? ¿El modelo de desarrollo y de consumo que queremos es el
actual de las sociedades ricas?
Me hago esta pregunta: ¿qué le pasaría a
este planeta si los hindúes tuvieran la misma proporción de autos por familia
que tienen los alemanes? ¿Cuánto oxígeno nos quedaría para poder respirar?
Más claro: ¿tiene el mundo los elementos
materiales como para hacer posible que 7 mil u 8 mil millones de personas
puedan tener el mismo grado de consumo y de despilfarro que tienen las más
opulentas sociedades occidentales? ¿Será eso posible? ¿O tendremos que darnos
otro tipo de discusión?
Hemos creado esta civilización en la que
hoy estamos: hija del mercado, hija de la competencia y que ha deparado un
progreso material portentoso y explosivo. Pero la economía de mercado ha creado
sociedades de mercado. Y nos ha deparado esta globalización, cuya mirada
alcanza a todo el planeta.
¿Estamos gobernando esta globalización o
ella nos gobierna a nosotros? ¿Es posible hablar de solidaridad y de que
“estamos todos juntos” en una economía que basada en la competencia despiadada?
¿Hasta dónde llega nuestra fraternidad?
No digo nada de esto para negar la
importancia de este evento. Por el contrario: el desafío que tenemos por
delante es de una magnitud de carácter colosal y la gran crisis que tenemos no
es ecológica, es política.
El hombre no gobierna hoy a las fuerzas que
ha desatado, sino que las fuerzas que ha desatado gobiernan al hombre. Y a la
vida. No venimos al planeta para desarrollarnos solamente, así, en general.
Venimos al planeta para ser felices. Porque la vida es corta y se nos va. Y
ningún bien vale como la vida. Esto es lo elemental.
Pero la vida se me va a escapar, trabajando
y trabajando para consumir un “plus” y la sociedad de consumo es el motor de
esto. Porque, en definitiva, si se paraliza el consumo, se detiene la economía,
y si se detiene la economía, aparece el fantasma del estancamiento para cada
uno de nosotros.
Pero ese híper consumo es el que está
“agrediendo” al planeta. Y tienen que generar ese híper consumo, cosa de que
las cosas duren poco, porque hay que vender mucho. Y una lamparita eléctrica,
entonces, no puede durar más de 1000 horas encendida. ¡Pero hay lamparitas que
pueden durar 100 mil horas encendidas! Pero esas no, no se pueden hacer; porque
el problema es el mercado, porque tenemos que trabajar y tenemos que sostener
una civilización del “úselo y tírelo”, y así estamos en un círculo vicioso.
Estos son problemas de carácter político.
Nos están indicando que es hora de empezar a luchar por otra cultura. No se
trata de plantearnos el volver a la época del hombre de las cavernas, ni de
tener un “monumento al atraso”. Pero no podemos seguir, indefinidamente,
gobernados por el mercado, “sino que tenemos que gobernar al mercado”.
Por ello digo, en mi humilde manera de
pensar, que el problema que tenemos es de carácter político. Los viejos
pensadores –Epicúreo, Séneca y también los Aymaras– definían: “pobre no es el
que tiene poco sino el que necesita infinitamente mucho”. Y desea más y más.
“Esta es una clave de carácter cultural”.
Entonces, voy a saludar el esfuerzo y los
acuerdos que se hagan. Y lo voy acompañar, como gobernante. Sé que algunas
cosas de las que estoy diciendo “rechinan”. Pero tenemos que darnos cuenta de
que la crisis del agua y de la agresión al medio ambiente no es la causa. La
causa es el modelo de civilización que hemos montado.
Y lo que tenemos que revisar es nuestra
forma de vivir.
Pertenezco a un pequeño país muy bien
dotado de recursos naturales para vivir. En mi país hay poco más de 3 millones
de habitantes. Pero hay unos 13 millones de vacas, de las mejores del mundo. Y
unos 8 o 10 millones de estupendas ovejas. Mi país es exportador de comida, de
lácteos, de carne. Es una penillanura y casi el 90% de su territorio es
aprovechable.
Mis compañeros trabajadores, lucharon mucho
por las 8 horas de trabajo. Y ahora están consiguiendo las 6 horas. Pero el que
tiene 6 horas, se consigue dos trabajos; por lo tanto, trabaja más que antes.
¿Por qué? Porque tiene que pagar una cantidad de cosas: la moto, el auto,
cuotas y cuotas y cuando se quiere acordar, es un viejo al que se le fue la vida.
Y uno se hace esta pregunta: ¿ese es el destino de la vida humana? ¿Solamente
consumir?
Estas cosas que digo son muy elementales:
el desarrollo no puede ser en contra de la felicidad. Tiene que ser a favor de
la felicidad humana; del amor a la tierra, del cuidado a los hijos, junto a los
amigos. “Y tener, sí, lo elemental”.
Precisamente, porque es el tesoro más
importante que tenemos. Cuando luchamos por el medio ambiente, tenemos que
recordar que el primer elemento del medio ambiente se llama “felicidad humana”.
Foto:
https://www.facebook.com/permalink.php?story_fbid=209259962544957&id= 178887795504094
Pepe Mujica's Rede in Rio:
Die Rede ist schon in die Geschichte eingegangen. Mujica
sprach vor Führungskräften, die die brutalen Wahrheiten, die er ihnen sagte,
nur mit Widerwillen hörten, und erst jetzt, Tage nach der Rede, beginnt die
internationale Presse und die Welt zu merken, dass es nicht einfach eine Rede war,
die der uruguayische Präsident da geäußert hat:
Anwesende Obrigkeiten aller Breitengrade und Organismen,
vielen Dank. Vielen Dank an das Volk Brasiliens und an seine Frau Präsidentin,
Dilma Rousseff. Ich danke auch ganz herzlich dem guten Glauben, den alle Redner
vor mit geäußert haben. Wir drücken als Regierende unseren persönlichen Willen
aus, alle Abkommen zu unterstützen, die diese unsere arme Menschlichkeit
unterzeichnen kann.
Nichtsdestotrotz, erlauben Sie uns, einige Fragen laut
auszusprechen.
Den ganzen Nachmittag über wurde von nachhaltiger
Entwicklung gesprochen. Davon, riesige Massen aus der Armut zu holen. Was
schwebt uns dabei durch unsere Köpfe? Ist das Entwicklungs- und Konsummodell,
das wir erreichen wollen, das Heutige der reichen Gesellschaften?
Ich stelle mir diese Frage: Was würde diesem Planeten
widerfahren, wenn die Hindus dasselbe Verhältnis an Autos pro Familie hätten,
wie die Deutschen? Wie viel Sauerstoff bliebe uns zum Atmen übrig?
Deutlicher: Verfügt die Welt über die materiellen Elemente,
damit überhaupt die Möglichkeit besteht, dass 7 oder 8 Milliarden Menschen
denselben Konsum- und Vergeudungsgrad erreichen können, wie die westlichen
Wohlstandsgesellschaften? Wird dies möglich sein? Müssen wir uns nicht einer
anderen Diskussion stellen?
Wir haben diese Zivilisation geschaffen, in der wir heute
leben: Sie ist die Tochter des Marktes, Tochter des Wettbewerbs und hat uns einen
ungeheuren und explosiven Fortschritt beschert. Aber die Marktwirtschaft hat
Marktgesellschaften erzeugt. Und hat uns diese Globalisierung gegeben, deren
Blick sich über den ganzen Planeten erstreckt.
Regieren wir eigentlich diese Globalisierung oder regiert
sie uns? Kann man von Solidarität sprechen und davon, dass „wir alle zusammen“
in einer Wirtschaft sind, die auf rücksichtslosen Wettbewerb gegründet ist? Wie
weit reicht unsere Geschwisterlichkeit?
Nichts von dem, was ich hier sage, soll die Bedeutung dieser
Veranstaltung leugnen. Im Gegenteil: Die Herausforderung, die uns bevorsteht,
hat eine kolossale Größenordnung und die große Krise, in der wir stecken, ist
nicht ökologisch, sondern politisch.
Der Mensch regiert heute nicht mehr die Kräfte, die er
ausgelöst hat, sondern die von ihm ausgelösten Kräfte regieren den Mensch. Und
das Leben. Wir kommen nicht auf diesen Planeten, nur um uns zu entwickeln, so,
im Allgemeinen. Wir kommen auf diesen Planeten, um glücklich zu sein. Denn das
Leben ist kurz und läuft uns davon. Und kein Gut ist mehr wert als das Leben.
Das ist das Wesentliche.
Aber das Leben entläuft mir, indem ich arbeite und arbeite,
um ein „Plus“ zu konsumieren und die Konsumgesellschaft ist der Motor dazu.
Denn letztendlich, wenn der Konsum gebremst wird, stoppt die Wirtschaft, und
wenn die Wirtschaft gestoppt wird, erscheint das Gespenst der Stagnation für
jeden Einzelnen von uns.
Aber dieser Hiper Konsum ist es, der den Planeten
„angreift“. Und so müssen sie diesen Hiper Konsum erzeugen, so dass die Dinge
nur kurz halten, denn es muss viel verkauft werden. Und eine elektrische
Glühbirne darf also nicht über mehr als 1000 Brennstunden halten. Es gibt aber
Glühbirnen, die 100 Tausend Brennstunden halten! Aber diese nicht, diese kann
man nicht machen; denn das Problem ist der Markt, denn wir müssen arbeiten und
müssen eine Zivilisation des „Gebrauchen-und-Wegwerfens“ aufrechtzuerhalten, und
so befinden wir uns in einem Teufelskreis.
Dies sind Probleme politischen Charakters. Wir werden darauf
hingewiesen, dass es Zeit ist, den Kampf für eine andere Kultur zu beginnen. Es
geht nicht darum, wieder zurück in die Zeiten des Höhlenmenschen
zurückzukehren, auch nicht darum, ein „Monument der Rückschrittlichkeit“ zu
erstellen. Aber wir können nicht auf unbestimmte Zeit vom Markt regiert werden,
„sondern müssen den Markt regieren“.
Darum sage ich, in meiner bescheidenen Denkart, dass unser
Problem von politischem Charakter ist. Alte Denker –Epikur, Seneka und auch die
Aymaras– definierten: „Arm ist nicht, der wenig besitzt, sondern der unendlich
viel braucht“. Und der sich mehr und immer mehr wünscht.
„Dies ist ein Schlüssel kulturellen Charakters“.
So werde ich also die Anstrengungen und die Abkommen
begrüßen, die gemacht werden. Und werde sie als Regierender begleiten. Ich
weiß, dass einige Dinge, die ich sage, „knirschen“. Aber wir müssen begreifen,
dass die Krise des Wassers und des Angriffs auf die Umwelt nicht der Grund
sind. Der Grund ist das Zivilisationsmodell, das wir geschaffen haben. Und was
wir überprüfen müssen, ist unsere Lebensart.
Ich gehöre zu einem kleinen Land, gut ausgestattet mit
Naturschätzen zum Leben. In meinem Land gibt es etwas mehr als 3 Millionen
Einwohner. Aber es gibt um die 13 Millionen Kühe, von den Besten weltweit. Und
um die 8 oder 10 Millionen wunderbarer Schafe. Mein Land exportiert
Lebensmittel, Milchprodukte und Fleisch. Es ist eine Fastebene und beinahe 90 %
der Fläche ist nutzbar.
Meine Arbeitskumpel haben viel für die 8-Stunden-Arbeitszeit
gekämpft. Und jetzt erreichen sie gerade den 6 Stunden-Arbeitstag. Aber wer 6
Stunden hat, besorgt sich zwei Arbeitsstellen; er arbeitet also mehr als
vorher. Warum? Weil er eine Menge Sachen bezahlen muss: Das Motorrad, das Auto,
Raten und Raten, und ehe er sich versieht, findet er sich als ein Alter wieder,
dem das Leben davongelaufen ist. Und da stellt man sich diese Frage: Ist dies
das Schicksal des menschlichen Lebens? Nur konsumieren?
Diese Sachen, die ich sage, sind grundlegend: Die
Entwicklung kann nicht gegen das Glück gehen. Sie muss für das menschliche Glück
sein; für die Liebe zur Erde, für die Betreuung der Kinder, mit Freunden. „Und,
ja, das Wesentliche aufweisen“.
Eben deshalb, weil es der bedeutendste Schatz ist, den wir
haben. Wenn wir für die Umwelt kämpfen, müssen wir daran denken, dass das erste
Element der Umwelt „menschliches Glück“ heißt.
Für noch so eine Krise wie diese!
Übersetzung: Ruth Schwittay
Foto:
http://kaosenlared.net/america-latina/item/42024-video-discurso-de-pepe-mujica-en-r%C3%ADo-%2020.html
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