Sagen Sie mal, Anna...
Interviews mit Personen der Bibel
Was die Großmutter Jesu über ihren Enkel denkt
...da reden alle Christen davon, wie wichtig die
Großeltern für die Enkel sind - und Sie werden nirgendwo in der Bibel erwähnt -
obwohl sie die Oma Jesu waren!
Anna: Hören Sie auf mit Familienromantik. Unsere ganze
Sippe war sehr ungewöhnlich. In Ihrer Zeit würden wir wohl als Außenseiter
gelten.
Die heilige Großfamilie Außenseiter? Warum das?
Anna: Schauen Sie sich doch mal unser Schicksal an.
Jahrzehnte lang wurde ich missmutig beäugt als Kinderlose...
Das ist doch keine Schande!
Anna: ...dann wird Maria - ledig, jung, weiblich -
ungewollt schwanger. Ihr Verlobter, Josef, machte Gottseidank kein Drama draus.
Schon wieder tuschelten die Leute.
Das Tuscheln verging ihnen, als klar war, wen Ihre
Tochter da geboren hatte: den Sohn Gottes!
Anna: Das sprach sich in Nazareth erst herum, als Jesus
schon ein erwachsener Mann war.
Besuchten Sie denn oft Ihren Enkel?
Anna: Natürlich. Mein Schwiegersohn arbeitete in der Zimmerei,
Maria war mit Jesus und seinen kleineren Brüdern ziemlich eingespannt. Meine
Hilfe und Unterstützung kam ihr da gerade recht.
Man sagt, Jesus sei ein ganz besonderes Baby gewesen.
Anna: Ach was. Auch das entspringt eher Ihrer
Heile-Welt-Vorstellung. Jesus war ganz Kind, ein ebenso versonnener wie
eigensinniger Racker, der mich oft mit seinem unwiderstehlichen Knabenblick um
den Finger wickelte. So sehr er als Kind an mir und seiner Mutter hing, so hart
war sein späteres Verhalten gegenüber Maria. Einmal reiste sie ihm nach, und er
verleugnete sie schlicht. Das hat mir als Großmutter sehr weh getan.
Wann ging Ihnen denn auf, dass Jesus der Sohn Gottes
war?
Anna: Spät, spät. Sein Tod hat mich überzeugt. Die
Leute sprachen äußerst respektvoll von ihm. Viele berichteten, er habe sie
geheilt. Einige meinten, er sei ihnen nach seinem Tod begegnet. Das Leuchten in
ihren Augen hat mich überzeugt. Ab und zu kamen auch Menschen aus seinem
Anhängerkreis und brachten mir eine ähnliche Ehrfrucht entgegen wie Maria. Ich
mochte das nicht besonders, es war mir lästig. Ich hatte doch keine
Verantwortung dafür, dass mein ältester Enkel der Messias der Welt war!
Etwas geahnt haben müssen Sie schon. Denn die Art, wie
Ihre Tochter Maria gezeugt wurde, hatte etwas äußerst Mysteriöses.
Anna: Mysteriös? Ich war alt, das stimmte. Aber
ansonsten ist alles ganz menschlich gewesen zwischen Joachim und mir. Oder was
meinen Sie mit Ihrer Frage?
Man sagt, Sie hätten Maria »unbefleckt« empfangen,
durch einen Kuss Ihres Mannes.
Anna: Allein schon dieses Wort: »Befleckung«! Als sei
die körperliche Liebe etwas Unreines! Um endlich mal mit diesen unwürdigen
Klapperstorch-Legenden aufzuräumen: Joachim war mehrere Wochen lang in der
Wüste gewesen, hatte zu Gott gefleht, er möge uns ein Kind schenken. Als er
zurückkam, erfüllte eine lange nicht empfundene Wärme unsere reifen Körper. Es
war himmlisch... und endete in einer wundervollen Erfüllung. Als ich schwanger
wurde, wussten wir: Dies ist ein Kind der Liebe.
Auch um Jesu Zeugung ranken sich viele Berichte und
Legenden...
Anna: Ich habe davon gehört. Ich bitte um
Verständnis: Zu diesem heiklen Thema denke ich mir meinen Teil und möchte mich
nicht öffentlich äußern.
Zur Person
Sie war die Großmutter Jesu und wird trotzdem nicht in der
Bibel erwähnt: Anna (hebr., »Gnade«), die Mutter Marias. Bis ins hohe
Alter blieben sie und ihr Mann Joachim kinderlos. Als Joachim sich zum Fasten
in die Wüste zurückzieht, verkündigt ein Engel den beiden Nachwuchs. An der
Goldenen Pforte begrüßt Anna ihren zurückkehrenden Mann; der Begrüßungskuss
wird später von Künstlern als »unbefleckte Empfängnis« dargestellt. Ihre
Tochter Maria gibt sie, einem Gelübde folgend, mit drei Jahren zur Erziehung in
den Tempel. Der Legende nach zeugt sie auch mit ihren beiden späteren
Ehemännern Kleophas und Salomas Töchter, die ebenfalls auf den Namen »Maria«
getauft werden.
Quelle:
Evangelium des Jakobus (nach 150
geschrieben, nicht in die Bibel aufgenommen)
Foto: sob
"Jungfrau und Kind
mit der heiligen Anna",
Albrecht Dürer 1519, New York, Metropolitan Museum of
Art.
Dígame, Ana...
Entrevistas con personas de la Biblia
Lo que la abuela de Jesús piensa sobre su
nieto
...muchos cristiano hablan de lo
importante que son los abuelos para sus nietos. Y a pesar de que era la abuela
de Jesús, ¡nadie la nombra siquiera en la Biblia!
Ana: Déjese del romanticismo familiar.
Toda nuestra estirpe era muy poco común. En los tiempos de ustedes nosotros
seguramente seríamos considerados excluidos.
¿La familia sagrada, excluidos? ¿Por
qué?
Ana: Vea nuestro destino más en
detalle. Por décadas me miraban de reojo porque no tenía hijos...
¡Pero eso no es una vergüenza!
Ana: ...y después María queda
embarazada, involuntariamente, siendo soltera, joven, femenina. Su novio, José,
gracias a Dios, no lo tomó a mal. Y otra vez chusmeaba la gente.
El chusmerío se les acabó, cuando
tomaron conciencia a quién había parido su hija: ¡al mismísimo Hijo de Dios!
Ana: De eso se enteraron en Nazaret
recién cuando Jesús ya era un hombre adulto.
¿Lo visitaba mucho a su nieto?
Ana: Por supuesto. Mi yerno trabajaba
en la carpintería, y María estaba bastante ocupada con Jesús y sus hermanos
menores. Mi ayuda y mi apoyo le venían muy bien.
Se dice que Jesús ha sido un bebé muy
especial.
Ana: Pero no. Eso también se desprende
de su idea del mundo ideal. Jesús era como cualquier niño, un travieso tan
soñador como obstinado, que muchas veces me tomó el pelo con su mirada irresistible
de pibe. De la misma manera que estaba pegado a mí y a su madre, tan dura era
su actitud más tarde frente a María. Una vez viajaron, siguiéndolo, y él
simplemente los ignoró. Eso me dolió mucho como abuela.
¿Y cuándo se dio cuenta que Jesús era
el Hijo de Dios?
Ana: Tarde, tarde. Su muerte me
terminó de convencer. La gente hablaba con mucho respeto de él. Muchos
comentaban que los había curado. Otros, que se les había aparecido después de
muerto. El brillo de sus ojos me convenció. De vez en cuando también venía
gente de su círculo de seguidores y me demostraban el mismo respeto como a
María. A mí eso no me gustaba demasiado, me molestaba. El hecho de que mi nieto
mayor fuera el Mesías del Mundo no era mi responsabilidad.
Usted debió haber intuido algo. Porque la
manera en que fue concebida su hija María tiene mucho de misterioso.
Ana: ¿Misterioso? Yo ya era vieja, es
cierto. Pero por lo demás todo ocurrió de manera muy humana entre Joaquín y yo.
¿O a qué se refiere con su pregunta?
Se dice que usted concibió a María “sin
mácula”, por medio de un beso de su marido.
Ana: Ya sólo esa frase: ¡”mácula”!
¡Como si el amor físico fuese algo impuro! A ver si por fin podemos aclarar
esta leyenda indigna de la cigüeña. Joaquín había estado varias semanas en el
desierto, le había rogado a Dios para que nos regale un hijo. Cuando volvió,
una calidez, que no habíamos sentido por mucho tiempo, llenó nuestro cuerpo.
Fue lo más... y terminó en un cumplimiento maravilloso. Cuando quedé
embarazada, supimos: Este es un hijo del amor.
Alrededor de la concepción de Jesús
se tejen muchas historias y leyendas...
Ana: Escuché de eso. Pido que me
comprendan: Respecto de ese tema delicado pienso lo mío y no quiero expresarme
públicamente.
Datos personales
Era la abuela de Jesús y sin embargo no es
mencionada en la Biblia: Anna (hebr., “Gracia”), la madre de María.
Hasta edad avanzada ella y su esposo Joaquín no tuvieron hijos. Cuando Joaquín
se retiró al desierto para ayunar, un ángel le anunció descendencia a ambos. En
la Puerta de Oro Ana saluda a su marido que regresa; el beso del saludo más
tarde es representado por artistas como la "concepción inmaculada".
Fiel a una promesa, entrega a su hija María a los tres años para su educación
en el templo. Según la leyenda, también concibe hijas con sus dos posteriores
maridos Cleofás y Saloma, las cuales también son bautizadas con el nombre de
"María".
Fuente:
Evangelio apócrifo de
Santiago (escrito 150 años después, no fue incorporado a la Biblia)
Entrevista: Uwe Birnstein
Foto: http://www.yatego.com/kunst-fuer-alle/p,4cf08705cebc6,4cdc1c666d0e95_3,leonardo-da-vinci-die-heilige-anna-selbdritt-49
Traducción: Ruth Schwittay