Sagen Sie mal, Sara
...den
eigenen Mann ins Bett einer Magd zu schicken - dazu gehört eine gehörige
Portion Abgeklärtheit. Sie haben Ihren eigenen Mann zum Ehebruch aufgefordert!
Sara: Hören Sie mir auf mit Ihrer
christlichen monogamen Moral. Es ging nicht um die Erfüllung sexueller Gelüste,
sondern um die Erfüllung eines Kinderwunsches - nicht um Lust, sondern um
Zeugung! Abraham sollte Nachkommen haben. Und da ich sie ihm nicht schenken
konnte, war das die einzige Möglichkeit.
Das hört
sich - wie soll ich sagen? - sehr leidenschaftslos an. Meinen Sie nicht, Ihr
Mann Abraham hatte eine glühende Wüstennacht? Hagar war schließlich bedeutend
jünger als Sie...
Sara: Was erlauben Sie sich? Abraham
hat mich geliebt, nur mich! Nichts und niemand konnten zwischen uns kommen und
uns auseinander treiben!
Ihre
Magd Hagar hat's dennoch versucht, nachdem Ihr Mann sie geschwängert hatte!
Sara: Das war ihr Fehler. Sie hat
dafür gebüßt. Das Mädel hat da einiges verwechselt. Nur weil sie Abraham kurze
Zeit sehr nahe kam, nahm sie sich mir gegenüber Sachen raus, die nicht richtig
waren. Ich musste ihr zeigen, wer die Herrin ist.
Bevor es dazu kam, floh sie in die Wüste.
Sara: Das hat mich noch mehr auf die
Palme gebracht. Schließlich trug sie das Kind meines Mannes in sich! Eine
unverantwortliche Person. Ich habe mich sehr aufgeregt und es bereut, Hagar zur
Ersatzmutter auserkoren zu haben. Als sie reumütig zurückkehrte, nahm ich sie
richtig hart ran. Diesen ganzen Ärger hätte ich mir wahrlich ersparen können.
Wie denn?
Sara: Indem ich Geduld geübt hätte -
eine Tugend, die mir leider nicht in die Wiege gelegt worden ist.
Geduld? Ich
finde es ganz natürlich, dass Sie mit 66 Jahren dachten, Sie würden nie mehr
schwanger werden.
Sara: Sag niemals nie! Sollte Gott
etwas unmöglich sein?
Offensichtlich
nicht. Denn 14 Jahre später wurden Sie tatsächlich schwanger.
Sara: In der Tat. Zunächst konnten
wir es gar nicht glauben. Aber mein Bauch wölbte sich immer mehr. Die
Schwangerschaft war ein Jungbrunnen für mich. So als ob ich endlich ans Ziel
gekommen wäre.
Jedenfalls
hat diese Erfahrung Sie nicht freundlicher gegenüber Hagar gestimmt. Statt nun
gereift und großmütig mit ihr umzugehen, haben Sie sie endgültig in die Wüste
geschickt.
Sara: Ich bitte Sie! Schließlich war
Ismael, ihr Sohn, der Erstgeborene und hätte das Erbe meines Mannes
einstreichen können! Dass ich das verhindern wollte, sollte Ihnen einsichtig
sein. Mein Sohn Isaak war rechtmäßiger Erbe!
Für Ihre
Sache gehen Sie über Leichen.
Sara: Jeder sorge für seine Nächsten
wie für sich selbst...
Aber nicht
fair. Der Mohr - ich meine: die ägyptische Magd - hat seine Schuldigkeit getan,
also schicke ich ihn in die Wüste.
Sara: Hagar hätte alles haben können
- wenn sie sich den Gegebenheiten entsprechend verhalten hätte.
Ich werde
den Verdacht nicht los, dass von Ihrer Seite aus Eifersucht mitspielt.
Sara: Auf diese kleine Schlampe? Ach
was. Fragen Sie doch meinen Mann, der wird Ihnen bestätigen, dass er keine
Gefühle für sie empfand!
Gute Idee.
Das werde ich tun. Nächste Woche.
ZUR PERSON
SARA: Mit ihrem Halbbruder und
späteren Ehemann Abraham war Sara (hebr.: Fürstin) aus dem Lande Ur nach Kanaan
gezogen. Weil sie kinderlos blieb, schickte sie Abraham zu der ägyptischen Magd
Hagar, die ihm den Sohn Ismael schenkte. In hohem Alter wurde Sara wider
Erwarten doch noch schwanger und gebar Isaak. Um dessen Erbe zu sichern,
überzeugte sie Abraham davon, Hagar und Ismael davonzujagen. Sara starb im
Alter von 127 Jahren und gilt als Stammmutter des jüdischen Volkes.
Interviewer:
Uwe Birnstein
QUELLEN: 1. Mose 16-23
Dígame, Sara
...eso
de mandar al propio marido a la cama de una sirvienta… en realidad requiere de buen pedazo de madurez. ¡Usted misma lo llevó a su marido a cometer
adulterio!
Sara: No me venga con su moralina
cristiana monógama. No se trataba simplemente de satisfacer deseos sexuales,
sino de responder a los sueños de fertilidad - ¡No se trata de lujuria, sino de
procreación! Abrahán debía tener descendientes. Y dado que yo no se los podía
dar, esa era la única posibilidad.
Eso
suena… ¿cómo decirlo? ... más bien desapasionado. ¿No cree que su esposo
Abrahán pasó con ella una noche más bien fogosa? De hecho Agar
era bastante menor que usted...
Sara: ¿Qué se cree? Abrahán me amó a
mí y ¡sólo a mí! ¡Nada ni nadie pudieron meterse entre nosotros para
separarnos!
Sin
embargo, su sirvienta Agar lo intentó, después de que su marido la dejó
embarazada.
Sara: Ese fue su error. Pagó por
ello. Esta muchacha confundió algunas cosas. Sólo porque estuviera muy cerca de
Abrahán por un breve tiempo, se permitió cosas conmigo que no fueron correctas.
Le debía mostrar, quién era la dueña acá.
Antes
de que llegara a ese punto, ella huyó al desierto.
Sara: Eso me exasperó aún más. ¡En
definitiva, estaba llevando el hijo de mi marido en su vientre! Una persona
irresponsable. Me puse muy nerviosa y me arrepentí de haber elegido a Agar como
madre sustituta. Cuando volvió arrepentida, la traté muy duro. Ciertamente me
hubiera podido ahorrar todo ese disgusto.
¿De
qué manera?
Sara: Si hubiese tenido paciencia… una
virtud que lamentablemente nunca me caracterizó.
¿Paciencia?
Yo creo que fue muy normal que usted, con sus 66 años, pensó que no se
embarazaría nunca más.
Sara: ¡Nunca digas nunca! ¿Hay algo
imposible para Dios?
Está
a la vista que no. Porque de hecho usted se embarazó 14 años más tarde.
Sara: Así es. Al principio no lo
podíamos creer. Pero mi panza crecía cada vez más. El embarazo fue como una
fuente de juventud para mí. Como si por fin hubiera llegado a la meta.
De
todos modos, esta experiencia no la ha vuelto más amable con Agar. En lugar de
tratarla ahora con más madurez y generosidad, la mandó definitivamente al
desierto.
Sara: ¡Por favor! Al final de
cuentas, Ismael, su hijo, era el primogénito y hubiera podido quedarse con la
herencia de mi marido. Debiera entender que tuve que evitar eso. ¡Mi hijo era
el heredero legítimo!
Para
cumplir con la causa usted no se detiene ante nada.
Sara: Que cada cual se ocupe de su
prójimo como de sí mismo...
Pero
no es justo. El chivo –me refiero a la sirvienta egipcia– ya había cumplido con
su cometido, así que lo mandó al desierto.
Sara: Agar hubiera podido tener de
todo – si se hubiera portado acorde a las circunstancias.
No
puedo evitar la sospecha de que de parte suya los celos también jugaron un
papel importante.
Sara: ¿De esa zorrita? De ninguna
manera. Pregúntele a mi marido. ¡El le confirmará que no sentía nada por ella!
Buena
idea. Eso haré. Próximamente.
DATOS PERSONALES
SARA: Con su primo y más tarde marido
Abrahán, Sara (en hebreo: princesa) se trasladó desde las tierras de Ur hasta
Canaán. Dado que no había podido tener hijos, le dio a Abrahán la sirvienta
egipcia Agar, que le dio su hijo Ismael. A edad avanzada, Sara se embaraza en
contra de toda lógica, y da a luz a Isaac. Para asegurarle la herencia lo
convence a Abrahán de echar a Agar y a Ismael. Sara murió a la edad de 127 años
y es considerada la madre originaria del pueblo judío.
Encuestador: Uwe Birnstein
Traducción: Ruth Schwittay
FUENTES: Génesis 16-23
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